Publicado
hace 9 años,
Como ciudadano de a pie y como periodista plenamente consciente de la podredumbre moral en la que se ha sumido nuestro país y especialmente nuestra región, no me puedo eximir de mostrar algunas realidades que advierten y censuran nuestra pobre actitud tanto cívica como periodística. Ante ellas, siento vergüenza:
Que ante el periodismo honesto y noble que muchos practicamos, se imponga, en cada proceso de elección de autoridades locales y regionales, el mercenario, el sesgado, el sobón; que se trasladen a la población de Ancash sus fatales consecuencias, sepultando sus sueños y proyectos; y que, como equivocada conclusión, se les mire mal a los periodistas en su totalidad.
Que se le haya permitido a Francisco Gasco, cuando era alcalde de Nuevo Chimbote, financiar y encabezar las marchas contra la corrupción usándolas como estrategia de su campaña para reelegirse llevando la banderola del REMA, y que esa asociación civil no haya deslindado ni exija a la policía nacional su captura, ahora que se encuentra prófugo y requerido por la justicia para que rinda cuentas sobre actos corruptos cometidos durante su gestión.
Que Modesto Julca le haya enrostrado a Heriberto Benítez su escandalosa conducta encubridora en el congreso y su escandaloso papel de escudero político a favor de César Álvarez, y que luego no haya hecho lo mismo con su líder Alejandro Toledo Manrique, asumiendo la misma asquerosa actitud que criticaba.
Que la lucha contra la corrupción tenga destinatarios selectivos y que muchos escapen de la agenda mediática, lo que ha permitido que una exjueza chimbotana, Liliana Otero Salinas, de probada participación en la red corrupta de Rodolfo Orellana Rengifo, por otorgar medidas cautelares a favor de las cartas fianzas de COOPEX, sea premiada con la Presidencia del Directorio de Seda Chimbote y que nadie mueva un solo dedo para evitar esta escandalosa muestra de impunidad.
Que muchos periodistas actúen como relacionistas públicos de candidatos de oscuro pasado y que, con la efectiva estrategia de la victimización, camuflando sus irregularidades en una ficticia persecución política, los conviertan en serias opciones mesiánicas en cada proceso electoral, como sucedió con César Álvarez y recientemente con Victoria Espinoza, Valentín Fernández y Waldo Ríos.
Que la victimización se haya convertido en arma de la impunidad, y que se la use desde casos de autoridades y ex funcionarios corruptos, hasta en los de manifestaciones sociales como la de “chapa tu choro y vuélvelo paralítico”, y que se desvirtúe y diluya la acción sancionadora.
La labor del periodismo es y debe ser noble, de la mano con una sociedad cívicamente preparada. Es el requisito principal para un pueblo que aspira vivir en paz y con justicia.
Director de la revista “La Voz del Pescador”