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hace 4 semanas,
La fiesta de San Juan Bautista en Pallasca, Áncash, desborda vitalidad cada junio con la celebración de su patrón. Desde el 18 hasta el 25 de junio, este distrito andino convoca a decenas de visitantes que se sumergen en una fiesta que combina ritual, baile y gastronomía.
La festividad comienza con espectaculares “entradas”: largas caravanas de reses recorren las calles, mientras caen frutas desde los balcones y la cerveza corre al ritmo del festejo. Las reconocidas bandas «Corazón de Huandoval», «Filarmónica Llipa», entre otras, suelen inundar de música el ambiente, y la población baila con entusiasmo bajo un cielo iluminado por fuegos artificiales.
La «previa» a esta celebración se realiza con mucha antelación con el tradicional “corte de leña”, costumbre que reúne a los pobladores simulando la costumbre incaica de la «Minka».
Cada día, la casa de los priostes, es constantemente visitada. Se entregan ofrendas: masa, pan, chicha de jora y aloja, y los artesanos muestran dulces típicos y platos emblemáticos —como el “matahambre”— que atraen a locales y foráneos.
Las estampas folklóricas forman el alma del evento. La población revive episodios históricos y mitológicos: “Coyitas de San Juan”, “pallas de Pallasca”, “huancas de Shindol” y el “suplicio de Atahualpa”. Además, se realiza un pasacalle con personajes como los “Blanquillos”, los “Quishpe” y los “Osos”. También destacan las carreras de cintas y las corridas de toros y serenatas nocturnas llenas de fuego artificiales.
El día central culmina con una misa solemne, en la iglesia blanca construida en 1650, seguida de una procesión en la que la efigie de San Juan recorre la plaza principal, rodeada de bandas y fieles en un mismo ritmo.
Turistas nacionales y extranjeros viajan desde la costa y la sierra para vivir esta mezcla de fe, tradición y convivencia. La fiesta también renueva lazos entre pallasquinos que regresan en busca de raíces, abrazos y música.
Esta celebración, con profunda raigambre ancestral, fortalece el tejido social y dinamiza la economía local. Venta de artesanía, gastronomía y hospedaje permiten a la población destacar su patrimonio intangible.
Pallasca recuerda su historia y reafirma su identidad cada junio. Con San Juan Bautista como vínculo espiritual, la fiesta impulsa unidad, fe y cultura. Quienes participan en esta tradición sienten que no solo celebran un santo, sino que revitalizan el alma misma de su pueblo.
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