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hace 6 días,
La inteligencia artificial (IA) ha influido en casi todos los aspectos del debate digital, desde el servicio al cliente hasta los anuncios en redes sociales. Sin embargo, cuando se trata de salud sexual, la cuestión se vuelve más compleja. Las grandes plataformas de redes sociales han implementado sistemas de moderación para proteger a los usuarios, pero la pregunta que surge ahora es: ¿estamos perdiendo el acceso a una educación sexual adecuada en nombre de una protección digital que a menudo no comprende el contexto?
En los últimos años, los formatos de educación sexual han cambiado. Las escuelas siguen siendo la fuente principal de aprendizaje, pero internet abre constantemente nuevas posibilidades. Hoy en día, tanto jóvenes como adultos recurren a plataformas como YouTube, TikTok o incluso ChatGPT para encontrar información sobre sexualidad, relaciones y salud reproductiva. Sin embargo, estos espacios están siendo cada vez más regulados por algoritmos que tienden a bloquear o censurar contenidos considerados explícitos.
El objetivo inicial de los algoritmos de moderación en redes sociales es proteger a los usuarios de contenidos potencialmente dañinos. Pero a menudo no logran distinguir entre contenidos educativos y materiales inapropiados. Un video informativo sobre anticonceptivos o sobre la importancia del consentimiento puede ser malinterpretado y censurado, limitando así el acceso a información fundamental.
Estas restricciones afectan no solo a los educadores, sino también a cualquiera que quiera compartir información confiable sobre salud sexual. Para evitar la censura, muchos modifican el lenguaje o usan imágenes alteradas. Esta estrategia puede funcionar a corto plazo, pero limita la efectividad de la comunicación, dificultando la difusión de conocimientos clave de manera abierta y sin prejuicios.
Un ejemplo claro de cómo la moderación de contenidos afecta la educación sexual se encuentra en las plataformas dedicadas a servicios para adultos. En Perú, muchos usuarios visitan sitios de escorts no solo para encuentros privados, sino también para informarse sobre relaciones y prácticas sexuales. Sin embargo, estas plataformas deben enfrentar políticas restrictivas que dificultan compartir contenidos educativos.
Aunque plataformas como YouTube y Facebook imponen límites, algunas han comenzado a crear espacios específicos para ofrecer educación sexual de manera responsable y profesional. A pesar de los obstáculos, estas iniciativas demuestran que es posible ofrecer contenidos educativos de calidad sin caer en la censura, aunque se deben superar varios filtros automáticos que limitan su visibilidad.
El problema no es solo técnico, sino también cultural. En muchos países, especialmente en Latinoamérica, la sexualidad sigue siendo un tema tabú. A pesar de los avances sociales, la educación sexual sigue siendo un campo controvertido, especialmente cuando se trata de desmitificar aspectos relacionados con el placer, la identidad sexual o los derechos reproductivos. En particular, los perfiles públicos de camgirls y anuncios de kinesiólogas en Chimbote, Lima y otras grandes ciudades han llegado a ser puntos centrales para discutir estos temas, pero los filtros automáticos siguen penalizando a quienes intentan educar sin prejuicios.
Además, la falta de un enfoque humano en la IA agrava la situación. Los algoritmos no están diseñados para comprender el contexto educativo. Un video sobre el consentimiento puede ser interpretado erróneamente como contenido pornográfico y eliminado sin considerar su valor formativo.
El desafío está claro: encontrar el equilibrio entre protección digital y libre acceso a la educación sexual. No basta con mejorar los algoritmos; se necesita un cambio cultural y una colaboración más estrecha entre plataformas, educadores y usuarios. A medida que la sociedad evoluciona en su comprensión de la sexualidad, las plataformas digitales también deben adaptarse para garantizar que los temas relacionados con la salud sexual se aborden con responsabilidad y respeto.
Las redes sociales se encuentran en un punto de inflexión. Lo que antes permanecía oculto ahora emerge, impulsado por el cambio cultural y la innovación tecnológica. Plataformas como skokka.com.pe están abriendo el camino, promoviendo la confianza y rompiendo estereotipos con políticas de transparencia digital.
A pesar de estas dificultades, la inteligencia artificial tiene un gran potencial para mejorar la educación sexual en línea. Los algoritmos que protegen a los menores y filtran los contenidos dañinos son herramientas valiosas. La clave está en encontrar un equilibrio entre la tecnología y el derecho a acceder a una educación sexual de calidad.
Los expertos sugieren que, para evitar limitaciones excesivas, los algoritmos deben ser más sofisticados y capaces de comprender el contexto. Además, el desarrollo de plataformas especializadas en educación sexual, como las que ya existen en algunos países, puede ofrecer información confiable sin el riesgo de ser bloqueadas. Estas plataformas podrían incluir herramientas como la verificación de edad para garantizar que solo el público adecuado tenga acceso a los contenidos.
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