Publicado
hace 9 años,
Dante Farro Murillo, ex presidente de la Junta de Fiscales Superiores de Ancash, ha sido cogido del cuello por el brazo de la justicia en una decisión, aunque tardía, que satisface a toda una región enlutada por el accionar violento del crimen organizado que instaló el gobierno regional de César Álvarez Aguilar en sus 8 años de desastrosa y corrupta gestión, durante los cuales se desperdició la gran oportunidad de sacar adelante nuestros proyectos emblemáticos y convertir a nuestra región en polo de desarrollo.
La secuela sangrienta y de atraso que dejó el saqueo de los millonarios recursos provenientes del canon minero, es suficiente motivo para castigar ejemplarmente a los responsables, sean jueces o fiscales, policías, alcaldes, congresistas, periodistas, o a todo aquel que colaboró, en distintas formas, con brindarle impunidad a esta red criminal.
Sin embargo, hay mucha gente que formó parte del entorno del ex gobernante regional que está riéndose del ineficiente rastreo y brazos de la justicia y se pasea oronda, confiada en que sus escandalosos casos de corrupción ya son refritos para la prensa local y, lejos del alcance de la mirada nacional, están pasando piola.
Y ese no es el mensaje que la población ancashina espera de la justicia. No. Todos los que participaron activamente en el festín de la corrupción regional deben pagar su factura ante la ley, para que sirva de lección a quienes intenten repetir esa negra historia.
Por otro lado, ante la evidente falta de cuadros técnicos en el movimiento regional que ganó las elecciones, se hace necesario establecer un filtro moral a quienes ocupen importantes cargos de confianza, porque es inminente el peligro del retorno de ex funcionarios “comandos” en la actual gestión de Waldo Ríos. Conscientes de ello, muchos de ellos no han dudado en sobonear a la autoridad regional, escudarlo o ponerse de rodillas en busca de algún importante cargo de confianza.
En la función pública, la corrupción necesita muchas piezas para que camine a la perfección, entre ellas, a profesionales con amplios pergaminos académicos pero sin solvencia moral. A esos que participaron directamente en la época corrupta de los “comandos”, la justicia debe agarrarlos también del cuello y meterlos a la cárcel. Por el bien de Ancash y para que no se repita la historia, ese es el lugar correcto y más seguro para librarnos de esa lacra.
Director de la revista “La Voz del Pescador”