Cada tercer domingo de julio, Perú celebra el «Día del Pollo a la Brasa». Este plato se ha convertido en un favorito a lo largo de las décadas, presente en mesas por todo el país.
Es difícil encontrar una ciudad peruana que no tenga al menos un restaurante dedicado a este delicioso manjar.
El pollo a la brasa es apreciado por su dorado y crujiente exterior, su aroma especial y su acompañamiento de papas fritas, ensalada y cremas. Es reconocido tanto dentro como fuera del país por su sabor inconfundible.
La Granja Azul y el origen del pollo a la brasa.
Su historia se remonta a mediados del siglo XX en una hacienda en Chaclacayo, cerca de Lima. Se atribuye su creación a Roger Schuler, un suizo que adaptó la técnica de cocción observada en la cocina de su cocinera. Junto a Franz Ulrich, desarrolló el restaurante «La Granja Azul», inaugurado oficialmente el 19 de diciembre de 1949.
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Hoy en día, el pollo a la brasa es parte integral de la gastronomía peruana y se celebra cada tercer domingo de julio como el «Día del Pollo a la Brasa».
Según Miguel Castillo, gerente general de «Las Canastas», este día puede incrementar las ventas de pollos hasta en un 30%, alcanzando hasta 520 mil unidades vendidas.
De los 50 millones de pollos producidos mensualmente en el país, 12 millones están destinados al pollo a la brasa. La mayoría se concentra en Lima (60%), seguido por el norte (25%) y el sur (15%).
El negocio de los hornos para pollos a la brasa ha visto un crecimiento significativo. Los hornos ecológicos, como los desarrollados por Heriberto Ruiz, han ganado popularidad por su eficiencia y bajo impacto ambiental. Estos hornos no emiten humo y reducen el tiempo de cocción a solo 40 minutos, en comparación con el horno convencional que requiere una hora.
El costo de estos hornos ecológicos varía entre US$ 7,000 y US$ 8,500, dependiendo de su capacidad. Las ventas han aumentado un 50% en los últimos tres años, con un 70% dirigido al mercado internacional y un 30% al mercado local.