La «chuscada ancashina» es una de las manifestaciones culturales más representativas de la región Áncash, que se caracteriza por su diversidad geográfica, histórica y étnica.
Esta danza folclórica se origina en la zona de los Conchucos, donde se fusionaron las tradiciones musicales de los antiguos pobladores con las influencias españolas.
La «chuscada ancashina» se baila en parejas, con un ritmo alegre y contagioso, que alterna con otros géneros como el pasacalle, la marinera y el triste.
Los bailarines visten trajes típicos de la zona, con sombreros de paja, ponchos de lana y faldas de colores.
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La «chuscada ancashina» es una expresión de la identidad y el orgullo de los ancashinos, que refleja su historia, su cosmovisión y su forma de vivir.
La crónica ciudadana recuerda que la mujer coronguina lucía estos hermosos vestidos, para pedirle perdón al inca por los errores cometidos y le ofrecía en su pechera todos sus tesoros guardados para su absolución.
Debemos destacar, que cuando se realizó la Miss Universo en Lima, en 1982, el vestido de las «Pallas de Corongo» ganó el concurso de trajes típicos. Tiempo después, Maju Mantilla lució una pieza similar al ser coronada como la mujer más bella del planeta en el «Miss Universo» 2004 realizado en China.
En nuestra tierra, hasta el siglo pasado, los compositores aún establecían alguna diferencia entre el huaino y la chuscada. Entendían que el huaino ancashino era más «de salón», mientras que la chuscada era propia de los campesinos.
Arribamos al siglo XXI con una confusión generalizada al respecto. Muchos pensaban que la palabra «chuscada» es una expresión despectiva y hasta consideran que el huaino ancashino es el baile de la plebe, “de los chuscos”. Craso error que ha sido debidamente esclarecido por investigadores como Américo Portella Egúsquiza, Efraín Rosales Alvarado, William Tamayo Angeles, y los hermanos Luis y José Antonio Salazar.
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Históricamente, se atribuye a Simón Bolívar el otorgamiento de este título, quien en 1824 residiendo en Caraz, mientras preparaba la campaña libertadora que culminaría en Junín y Ayacucho, vio bailar a unos campesinos del lugar un huaino de rompe y raja y soltó este comentario “¡qué chusco!”
Revisando el diccionario y en español castizo, el significado de «chusco» es «que tiene gracia y picardía». Y precisamente el huaino ancashino o «chuscada» se baila con enorme gracia y picardía.
La «chuscada ancashina» es la máxima expresión del baile mestizo de la región Áncash. Portella, en su estudio, publica un grabado del siglo XIX que con el título «el chusco» muestra a dos campesinos bailando, de modo que el baile ya se conocía como tal desde hace más de 150 años.
Características de la chuscada ancashina.
La «chuscada ancashina» se baila con pañuelo, obligatoriamente, pues es el elemento que le da el toque de elegancia con sus múltiples evoluciones.
Mientras el conjunto ejecuta «la entrada» de la chuscada, que es instrumental, los varones van pañuelo en mano a solicitar anuencia a la pareja para iniciar el baile.
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El cantante va entonando los versos de la chuscada mientras las parejas ejecutan el paseo con mucha prosa, alternándose de lugar y girando sobre sí mismos.
Cuando viene la fuga, la música se acelera y el verso es cantado con energía, al tiempo que la pareja inicia un frenético zapateo donde salen a relucir la sapiencia y la pericia para «sacar viruta al piso».
Lo que más caracteriza a la chuscada ancashina es que se toca y baila en tres partes consecutivas; es decir, son tres canciones las que se ejecutan y se conocen como “primera”, “segunda” y “chico”.
Como los discos antiguamente se grababan en carbón o acetato y podían durar un promedio de tres minutos, las clásicas grabaciones de la “Pastorita Huaracina”, “El Jilguero del Huascarán” y el conjunto «Atusparia» eran de una sola canción por disco, tergiversando la naturaleza de la chuscada ancashina.