Opinión

Justicia retorcida.

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Ayer leía la noticia de un policía a quién se ha ordenado nueve meses de prisión preventivamente por haber recibido una coima de 10 soles. Simultáneamente vemos cómo una sala de la Corte Superior rebaja y suspende la pena a Edu Saettone, homicida prófugo de una mujer a quien atropelló en un accidente que él protagonizó. El criminal que acabó con tres vidas humanas en la costa verde y pretendió incriminar a su chofer, sale libremente del país y no hay más rastro de él, mientras que un individuo que ayudo al asesino de José Yactayo en la desaparición de sus restos y hasta lo financió para un eventual escape, se pasea por Lima, sin problema alguno. Y nos faltaría espacio para seguir enumerando casos. Fijese que solo hablo de lo que ha ocurrido esta semana.

Si hiciéramos una corrida de esta funesta estadística, ¿Cuántas injusticias como estas se pasan por alto en nuestro país? (sin contar a Humala, la recatafila de asesinatos de los que no ha respondido en 25 años o Toledo, probadamente ladrón de 20 millones de coimas de Odebrecht que se rie de nosotros en Stanford y hasta el grotesco Comunicore de Castañeda y su pandilla).

Un patrón común en estos casos es que la gente con recursos económicos y/o influencias pasa piola en nuestro país (¿recuerdan al piloto Raúl Orlandini, al hijo del ex ministro Silva Martinot y hasta el propio José Ugaz?).

Otros que no lo tienen, sufren el rigor de una insospechada severidad y terminan confinados “per secula seculorum” en la cárcel. Si robas un celular y no tienes quien te defienda, seguramente quedes preso por un largo tiempo; si recibiste una lluvia de dólares para tu campaña de reelección por parte de las corruptas empresas brasileñas, pero te apellidas Villarán, no te harán cosquillas.

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Esta manifiesta distorsión de nuestro aparato de justicia en términos de aplicación del derecho, se trasluce en una percepción generalizada de indefensión y total injusticia. Cuando estamos frente a un Juez y no tenemos “nada ni nadie” que nos respalde, la mano caerá con todo el peso de la ley, probablemente en forma desbordada y desproporcionada. (finalmente, eso sirve para la estadística). Pero si tenemos platita y amigotes, la evidencia empírica nos revela que, con seguridad, no te tocarán ni con el pétalo de una rosa.

Si queremos un Perú mejor, debemos comenzar por construir un Perú justo.(César Guzmán)

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