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hace 10 años,
El Templo de Cerro Sechín es uno de los monumentos arqueológicos más importantes del Perú, dada su antigüedad, belleza arquitectónica y contenido cultural. Forma parte de los monumentos más importantes del Perú y fue descubierto por el arqueólogo peruano Julio César Tello en 1937.
Luce, como pocos, una fachada construida con lozas de piedras grabadas con insinuantes motivos de guerreros en procesión, cuyo significado aún no está del todo definido. Se considera que fue la capital de toda una cultura, a la que se denominó Cultura Sechín. Es de finales del arcaico tardío y de inicios del formativo inferior. Rasgo distintivo de este monumento es su fachada enchapada con monolitos de caras planas, sobre las que se hallan grabadas figuras en relieve, que en conjunto parecen escenificar sacrificios humanos.
Se encuentra ubicado en la región Ancash, provincia de Casma y a 5 kilómetros de la ciudad del mismo nombre, sobre la falda norte del cerro Laguna a 90 metros sobre el nivel del mar. El sitio arqueológico de Sechín, es llamado también Cerro Sechín o Sechín de las Estelas.
Aunque la zona ocupa aproximadamente cinco hectáreas, la zona de monumentos se agrupa en una sola hectárea. Básicamente, como ya quedó dicho, está constituido por un edificio principal o central, hecho de piedra, que encierra a otro edificio o estructura de adobes cónicos. Flanqueando el conjunto se hallan otros dos edificios (edificio A y edificio C) y dos plataformas (plataforma Julio César Tello y plataforma Rafael Larco).
El edificio principal es rectangular, con esquinas redondeadas y con un muro perimétrico de monolitos o estelas grabadas, que es de construcción más temprana. Una doble escalera lleva a su cima, a unos 4 metros de altura, pero ya no existen allí edificios pues fueron arrasados por los aluviones.
Los personajes representados en los monolitos de las fachadas son de dos clases: los guerreros-sacerdotes (ataviados con un arma o cetro) y las víctimas descuartizadas o sus despojos (cabezas principalmente, extremidades, ojos ensartados, intestinos, vértebras y vísceras), creando una escena sombría. Cabe destacar que todas estas figuras representan a humanos, sin presencia de semidioses o animales.
En el edificio interior de adobe, la decoración principal y mejor conservada es la que representa a dos peces mitológicos, realizados mediante líneas labradas sobre la pared de barro todavía húmeda. Otra figura, que representa a un hombre sangrando, es secundaria. Estos motivos relacionan el mar, las lluvias y los sacrificios humanos muy estrechamente.
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